En el debate antropológico se recogen dos maneras de entender el concepto «matriarcado». Por un lado, se ha interpretado como un sistema social donde las mujeres mandan y reproducen un esquema de organización social calcado del patriarcal. No se han encontrado datos etnográficos de la existencia de estas sociedades.

Por otro lado, los casi veinte años de investigación y estudio que he dedicado al proyecto matriarcados me lleva a descubrir unas comunidades matriarcales donde el papel de la mujer es central y estructura una manera de entender la vida desde la paz, el bienestar común y la importancia del grupo. No es, por tanto, lo contrario del patriarcado sino una manera diferente de socializarse.
En las sociedades matriarcales las mujeres son reconocidas por su inteligencia, por la habilidad que muestran en la gestión de la economía, en el trabajo y en la organización de la sociedad y de la ley.

Mujeres que gobiernan su día a día con la esencia de la justicia y la complementariedad entre el hombre y la mujer.

Matriarcado deriva de la palabra latina “mater” y de la palabra griega “arché” que significa tanto ‘dominio’ como ‘principio’, siendo este segundo el significado más antiguo: «al principio las madres», «principio materno».

En estas tierras matriarcales se mira el bien común, a los niños se les educa para llegar a acuerdos y el consenso impregna la esencia del grupo. Son comunidades pacíficas que gestionan con sabiduría los asuntos de la mente y el corazón.

Las emociones negativas como el rencor y la agresividad no son bien recibidas.

Los matriarcados en general se basan en una cultura de economía agraria. Se parte de la diferencia de maneras de ser y de los roles. Ningún hombre o mujer es más importante que otro. La madre organiza el trabajo del grupo. Tiene el poder de aconsejar, no tiene el poder de ordenar.

Su autoridad es aceptada y reconocida de una manera natural y voluntaria. Se asienta en el respeto a las necesidades familiares y el respeto a cada miembro del clan y familia. Es común la adoración a las fuerzas de la naturaleza: la tierra, las montañas, el agua, los ríos, los animales.

La tierra es femenina y esta creencia se manifiesta en la realización de fiestas y rituales estacionales para dar gracias por la fertilidad, por la siembra y la cosecha.

En los matriarcados que he visitado el hombre es una figura querida y respetada. Ellos parecen felices de contar con ellas en las cuestiones difíciles de organización social, gestión y decisión. Y ellas se muestran contentas de compartir su vida con hombres que las ayudan en las tareas, que las reconocen en sus funciones.Cada comunidad es un poco diferente, en algunas, hombre y mujer van de la mano en todas las cuestiones de la vida, en otras a los hombres se los considera más sensibles, con una naturaleza menos preparada para tomar decisiones y se les trata como a niños.

Pero en todas ellas «ser» es más importante que «tener». Se respeta el cuerpo sagrado de la mujer que armoniza con la naturaleza, una naturaleza que guía. Así, al igual que las semillas dan sus frutos, la mujer también educa a los hijos según las enseñanzas de la tierra.

La casa es el lugar donde se toman las decisiones y se organiza la actividad. Es el «motor» desde donde se distribuye la energía para organizar la vida. Si la familia es la unidad social que estructura la sociedad, la casa se convierte en un espacio político donde se gestiona la economía y se gobierna.

Creo que debemos mirar hacia la profundidad de la propia sociedad porque allí perviven, escondidos, sistemas matriarcales que trascienden el poder y los estereotipos patriarcales, porque los matriarcados son formas atómicas de comportamiento que definen una sociedad, sean estos matriarcados reconocidos o no.

Diferencias entre matriarcados y patriarcados.

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Matriarcados

En un matriarcado la autoridad de la mujer es reconocida por todos y nunca es coercitiva. En la gestión social se mira el bien común. Es una sociedad de reparto basada en «ser» y no en «tener».

Se estructura en los valores amorosos de una «buena» madre. En una sociedad matriarcal, aunque se parte de las diferencias entre hombre y mujer, los dos son complementarios. Se aprecia la sensibilidad del hombre y su rol social.

En algunas comunidades se le considera menos preparado para tomar decisiones aunque se le tiene en cuenta y se le trata con ternura, como a un niño. Los hombres se muestran muy satisfechos de pertenecer a estas comunidades.

Hay un respeto profundo por el cuerpo de la mujer que da la vida. Existe un gran amor por la naturaleza que nos guía. Se conservan las tradiciones animistas ancestrales y el respeto a la tierra y a los antepasados, a los que se rinde culto.

A veces conviven sincretismos, combinación de varias teorías religiosas, que se mezclan en el día a día.

Son comunidades normalmente agrícolas, en las que se practica la economía de subsistencia según la riqueza de la zona. La casa y los bienes de la familia pasan de madres a hijas, pero no lo consideran un «poder», sino un tesoro que hay que guardar.

Entre las mujeres se establecen redes de ayuda y reciprocidad por el bien de la comunidad.

Son sociedades pacíficas, las emociones negativas están mal vistas.

Patriarcados

La sociedad patriarcal está basada en la acumulación y el dominio, de manera que unos pocos poseen la mayoría de bienes.

El equilibrio social es muy precario. Se potencia el «tener» frente a la esencia del «ser», da lo mismo que el poder sea ostentado por un hombre o por una mujer.

La falta de expresión de los sentimientos es una costumbre patriarcal. En un patriarcado las mujeres luchan por hacer oír su voz, y sufren discriminación constante en todos los ámbitos de la vida y en la mayoría de países del mundo.

En un patriarcado la espiritualidad se establece desde la jerarquía de la Iglesia, desde la imposición de una verdad absoluta.

Hay un Dios creador externo y lejano. Las jerarquías eclesiásticas de las religiones monoteístas siempre han minusvalorado a las mujeres.

El cuerpo de la mujer no se contempla como sagrado, sino que es motivo de marginación en muchas culturas religiosas; por ejemplo, cuando una mujer tiene la regla se la considera impura y no puede realizar determinados cultos.

Análisis de los Matriarcados

Creo que el desarrollo de las virtudes del corazón y del amor son signos de adelanto; la arrogancia, el dominio y el egoísmo simbolizan el retroceso, el atraso.

Visitando estas sociedades matriarcales desde 2004 he aprendido que el sentido de la vida está relacionado con el amor, con la capacidad de dar y compartir en el grupo. Esta es la esencia que define nuestra especie.

En la sociedad capitalista y mercantil en la que vivimos, estos valores han quedado relegados, casi olvidados… y siento la necesidad de mostrar cómo se vive en estas comunidades donde el «ser» es más importante que el «tener».

Los matriarcados son formas atómicas de comportamiento que definen una sociedad, sean estos, reconocidos o no.